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Ingerir alcohol es contraindicado.
Escrito para Fitness por Ana Cecilia Becerril
La pancreatitis crónica es una inflamación del páncreas de larga evolución.
En muchos países, el alcoholismo es la causa más frecuente de pancreatitis crónica. Otras causas son una predisposición hereditaria y una obstrucción del conducto pancreático debida a una estenosis (estrechamiento) del mismo o a un cáncer de páncreas. En raras ocasiones, un episodio grave de pancreatitis aguda puede estenosar el conducto hasta el punto de producir una pancreatitis crónica. Se desconoce la causa en muchos casos.
En países tropicales (por ejemplo, India, Indonesia y Nigeria), una pancreatitis crónica de origen desconocido en niños y en adultos jóvenes da lugar a diabetes y a la formación de depósitos de calcio en el páncreas. Los síntomas iniciales son consecuencia generalmente de la diabetes.
Los síntomas de la pancreatitis crónica se agrupan generalmente en dos patrones. En uno de ellos, el dolor se localiza en medio del abdomen, es persistente pero varía su intensidad. En el otro, se presentan episodios intermitentes de pancreatitis con síntomas similares a los de la pancreatitis aguda leve o moderada; el dolor a veces es intenso y dura unas horas o varios días. Con cada patrón, a medida que progresa la pancreatitis crónica, las células que segregan las enzimas digestivas son destruidas lentamente y por último no se siente dolor.
Al disminuir el número de enzimas digestivas, la comida se absorbe inadecuadamente y la persona puede tener heces voluminosas y malolientes. Las heces son de coloración clara y aspecto graso, y pueden contener incluso gotas de aceite. La mal absorción conduce también a la pérdida de peso. Finalmente, pueden ser destruidas las células pancreáticas productoras de insulina, lo que gradualmente deriva en una diabetes.
Según los síntomas o una historia de ataques de pancreatitis aguda, el médico sospecha una pancreatitis crónica.
Los análisis de sangre son menos útiles para diagnosticar una pancreatitis crónica que para la pancreatitis aguda, pero pueden evidenciar valores aumentados de amilasa y lipasa. Los análisis de sangre también son útiles para controlar la concentración de glucosa (un tipo de azúcar) en sangre, que puede ser elevado.
Las radiografías de abdomen y las ecografías pueden poner de manifiesto cálculos en el páncreas. La pancreatografía retrógrada endoscópica (una técnica de radiología que muestra la estructura de los conductos pancreáticos) puede evidenciar un conducto dilatado o estrechado, o la presencia de cálculos en el conducto. La tomografía computadorizada (TC) puede mostrar tanto las anormalidades como el tamaño, forma y textura del páncreas. A diferencia de la pancreatografía retrógrada endoscópica, una TC no requiere el uso de un endoscopio.
En el tratamiento general durante una crisis, es esencial evitar el alcohol. La abstinencia de todo tipo de alimentos y la administración tan sólo de líquidos por vía intravenosa pueden mantener el páncreas y el intestino en reposo, aliviando así el dolor. Sin embargo, a menudo es también necesaria la administración de analgésicos opiáceos.
Más adelante, la ingesta de cuatro o cinco comidas diarias, compuestas de alimentos bajos en grasas y proteínas y ricos en hidratos de carbono, puede reducir la frecuencia y la intensidad de las recidivas. El paciente debe seguir absteniéndose del alcohol. Si el dolor continúa, el médico busca posibles complicaciones, como una masa inflamatoria en la cabeza del páncreas o un seudoquiste. Una masa inflamatoria puede requerir una intervención quirúrgica; un seudoquiste pancreático que produce dolor a medida que crece puede necesitar descompresión.
Si el paciente presenta un dolor continuado y ninguna complicación, el médico generalmente infiltra los nervios del páncreas para impedir que los impulsos dolorosos alcancen el cerebro. Si falla este procedimiento, puede recurrirse a la cirugía. Por ejemplo, cuando el conducto pancreático está dilatado se puede crear una derivación desde el páncreas al intestino delgado, lo cual alivia el dolor en cerca del 70 al 80 por ciento de los casos. Cuando el conducto no está dilatado, puede ser necesario extirpar parte del páncreas. Si el problema está localizado en la cola del páncreas (la parte más alejada del duodeno), ésta se puede extirpar. Si se encuentra implicada la cabeza del páncreas, ésta puede extirparse junto con el duodeno. Tales intervenciones pueden aliviar el dolor en el 60 al 80 por ciento de los casos. Entre los alcohólicos en rehabilitación, la extirpación parcial del páncreas se realiza sólo en los que son capaces de controlar por sí mismos la diabetes que resulta de la intervención quirúrgica.
La administración con las comidas de comprimidos o cápsulas de extractos de enzimas pancreáticas puede hacer que las heces sean menos grasas y que mejore la absorción de los alimentos, pero es raro que estos problemas se solucionen del todo. Si es necesario, con las enzimas pancreáticas se puede tomar un antiácido líquido o un bloqueante H2. Con este tratamiento, el paciente gana algo de peso, tiene menos evacuaciones al día y ya no presenta gotas de aceite en las heces, y, en general, se siente mejor. Si estas medidas no resultan eficaces, se puede también disminuir las grasas de la dieta. Así mismo, pueden requerirse suplementos de vitaminas liposolubles (A, D y K).