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Los anticuerpos circulan en la sangre y ayudan a capturar invasores indeseables.
Escrito para Fitness por Ana Cecilia Becerril
Cuando pensamos en la alergia, de inmediato debemos hablar de una palabra fundamental: alergeno. Este concepto se refiere a cualquier sustancia que puede desencadenar una respuesta alérgica, es decir, una reacción inmunodefensiva exagerada del organismo.
Entre los alergenos más comunes se cuentan el polen, moho, caspa animal, excrementos de cucarachas y ácaros del polvo doméstico.
Sabemos que los anticuerpos circulan en la sangre y están presentes en casi todos los líquidos corporales, y que su función es ayudar a capturar invasores indeseables. En el caso de las personas alérgicas, ellas tienen un anticuerpo llamado Inmunoglobulina E o IgE. Cuando los alergenos ingresan por primera vez al cuerpo de una persona predispuesta a las alergias, suceden una serie de reacciones y se generan anticuerpos de IgE específicos para el alergeno. Después de producirse, estos anticuerpos viajan a células llamadas mastocitos, que son particularmente abundantes en la nariz, ojos, pulmones y el aparato gastrointestinal. Los anticuerpos de IgE se adhieren a la superficie de los mastocitos y esperan al alergeno particular.
Cada clase de IgE tiene un "radar" específico para un tipo de alergeno solamente. Es por esta razón que algunas personas sólo son alérgicas a la caspa de los gatos (únicamente tienen anticuerpos IgE para la caspa de los gatos) y otros parecen ser alérgicos a todo (poseen muchos más tipos de anticuerpos de IgE).
Cuando la persona vuelve a tomar contacto con los alergenos a los que reacciona, la IgE los captura. Esto inicia la liberación de "mediadores" químicos, como histamina y otros agentes de los mastocitos. Estos mediadores producen los síntomas de una reacción alérgica, tales como la inflamación de tejidos, estornudos, silbido al respirar, tos y otras respuestas.
Tipos de enfermedades alérgicas
La existencia de los anticuerpos de IgE es común en las enfermedades alérgicas.
Pero los síntomas físicos difieren, dependiendo del tipo de mediador liberado y dónde actúe.
Entre las afecciones alérgicas más importantes cabe mencionar:
La rinitis alérgica o fiebre del heno, conjuntivitis alérgica, asma, dermatitis atópica o reacciones alérgicas de la piel, urticaria, reacciones alérgicas intensas a sustancias como alimentos, látex, medicamentos y picaduras de insectos; y problemas comúnmente resultantes de la rinitis alérgica, como la sinusitis y otitis media.
Los síntomas de rinitis alérgica, generalmente llamados "fiebre del heno", ocurren cuando los alergenos tocan el revestimiento de la nariz -o membranas mucosas- de una persona sensible a dicho alergeno en particular. La rinitis alérgica se caracteriza por la congestión nasal, picazón y lágrimas en los ojos, y es similar a la conjuntivitis alérgica, pues los ojos también responden con enrojecimiento, picazón e inflamación.
Los síntomas de dermatitis atópica, también llamada eczema, se producen frecuentemente por la exposición de la piel al alergeno, y consisten en picazón, enrojecimiento y descamación o peladuras en la epidermis.
La urticaria, otra reacción alérgica, se caracteriza por la aparición de ronchas grandes o pequeñas en la piel, que pican en forma excesiva. Habitualmente se desencadena por infección, además de activarse por ciertos alimentos o medicamentos. Entre la comida que se relaciona generalmente con este tipo de alergia cabe mencionar las nueces, tomates, mariscos y bayas. Y, en algunos de los medicamentos que pueden provocar alergias en ciertas personas, se incluyen la penicilina, las sulfas, el fenobarbital y la aspirina.
Por otra parte, la rinitis alérgica es considerada un factor de riesgo para desarrollar asma, que es una enfermedad pulmonar crónica y se caracteriza por tos, pecho apretado, silbido al respirar y dificultad para hacerlo.
Cuando una persona sufre síntomas de asma, las vías respiratorias inflamadas se contraen, haciendo más difícil respirar debido a su estrechez. Para los alérgicos, la inhalación de alergenos puede producir mayor hinchazón del revestimiento de los conductos respiratorios, encogiéndolos más. El asma también puede surgir por consecuencia de otros estímulos, como las infecciones de las vías respiratorias o la exposición a irritantes.
Los alimentos y otros alergenos, incluidos la penicilina, las picaduras de insectos y el látex, pueden desencadenar una reacción alérgica sistémica grave llamada anafilaxis que se debe a la inflamación de todo el cuerpo y que puede afectar varios órganos.
Los síntomas incluyen una sensación de calor, picazón en la boca o una irritación roja que da picazón. Otras manifestaciones pueden ser sensaciones de mareo, dificultad para respirar, muchos estornudos, vómitos y diarrea.
En casos extremos los pacientes sufren una caída de presión arterial que produce pérdida del conocimiento y shock. Sin el tratamiento inmediato y adecuado, la anafilaxis puede ser fatal.
Existe una rara patología llamada inmunodeficiencia combinada grave o también denominada enfermedad del niño burbuja, porque los bebés nacen sin la habilidad para luchar contra las infecciones.
Se les llama niños burbuja porque tienen que pasar sus días metidos en un espacio estéril donde ningún germen pueda amenazar su vida. Así y todo, suelen morir antes de cumplir los dos años de edad. Uno de los tratamientos existentes es el trasplante de médula ósea, pero es invasivo (es decir, una forma de intervención en el organismo, como, por ejemplo, la cirugía), no siempre eficaz y muchos niños nunca llegan a encontrar un donante compatible.
Esta patología en realidad no es una sola enfermedad sino un grupo de raras anomalías congénitas caracterizadas todas ellas por un fallo total o casi total del sistema inmune. Esto se debe a un defecto en los linfocitos B y T que nos defienden de las infecciones.