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Aceptación de la enfermedad, importante para el avance a la sanación.
Escrito para Fitness por Ana Cecilia Becerril
En la actualidad los síndromes de la neurosis se agrupan en forma gruesa en dos categorías:
- Trastornos de ansiedad: estados de pánico y las neurosis fóbicas y compulsivas.
- Trastornos somatiformes: histeria, trastornos de conversión, hipocondriasis y trastorno de somatización.
Neurosis de ansiedad. Este síndrome consiste en irritabilidad general, expectación ansiosa y ataques de pánico. Los antecedentes familiares de los pacientes con neurosis de ansiedad revelan enfermedad similar en familiares de primer grado. La edad promedio de inicio es a los 25 años (varia de 18 a 40 años) y se presenta con frecuencia doble en las mujeres que en el hombre.
Los periodos de ansiedad pueden presentarse sin advertencia y durar semanas, meses o un año o más, con intensidad variable, la persona padece sentimientos de miedo y presentimientos. Se siente raro y el mundo parece irreal con un temor de muerte inminente y temor a perder el control.
Lo que puede llegar a manifestar es taquicardia, dificultad para la respiración, se dilatan las pupilas y la persona suda y tiembla sin control. Después de 15 a 30 minutos los síntomas disminuyen pero dejan a la persona agitada, tensa y avergonzada.
El mejor tratamiento consiste en tranquilizar a la persona y enseñarle a tolerar los síntomas hasta que se presente una remisión espontánea, alrededor de los seis meses.
Neurosis fóbica. Este trastorno define un temor singular ante una situación, enfermedad, animal u objeto. Pese a que la persona reconoce que no existen bases racionales para este temor, permanece incapaz de suprimirlo y presenta pánico y se incapacita cuando se coloca en una situación que evoca la fobia; los síntomas resultantes son los del pánico. El trastorno se desarrolla en la adolescencia o vida adulta temprana. La mejor forma de vencer una fobia es utilizando técnicas de modificación de conducta para mejorar el trastorno.
Trastorno obsesivo compulsivo. Al igual que en los estados fóbicos, el obsesivo compulsivo se inicia en la adolescencia y edad adulta temprana y con frecuencia existe un miembro en la familia con personalidad obsesiva. Las obsesiones son pensamientos o impulsos imperativos que generan angustia, se introducen en la mente de la persona a pesar de su deseo de oponerles resistencia y librarse de ellos. Las compulsiones son actos únicos o series de actos que el individuo se ve compelido a realizar. Igualmente es necesario utilizar técnicas de modificación de conducta.
Histeria. Los términos histeria e histérico tienen varios significados y se debe estar seguro de cuál se emplea. Uno de los usos del término designa un trastorno de la personalidad especial, caracterizado por inmadurez, excitabilidad, inestabilidad emocional y conducta histriónica y “seductora”. Tal alteración de la personalidad puede ser fuente, durante toda la vida de dificultad en el funcionamiento social, pero no se conocen datos de que determine el desarrollo de una neurosis histérica.
El termino histeria debe reservarse para la enfermedad, con predilección de sexo, edad de inicio, evolución natural, síntomas y signos con pronósticos característicos.
En la enfermedad histérica, el paciente casi siempre una mujer joven, presenta varias manifestaciones simuladas de enfermedad y a menudo acompañadas de ansiedad. Cuando se trata de una “simulación” de enfermedad histérica, esta ocurre en cualquier sexo, se fingen varios síntomas y signos para obtener compensación. Ninguna de las dos necesita de tratamientos médicos hospitalarios o psiquiátricos.
Histeria clásica o femenina. Por lo general el inicio es en la niñez tardía, adolescencia o edad adulta joven. La escolaridad y más tarde la vida social, trabajo y matrimonio se interrumpen en forma repetida por cefaleas intensas, crisis simuladas, estados semejantes al trance, parálisis, vomito o regurgitación intratables, fiebre no explicada, ceguera, retención urinaria, afonía e inestabilidad de la marcha. Los ejemplos típicos son las jóvenes que se presentan en urgencias con amnesia total del pasado, incluso de la identidad personal. La mayor parte de los llamados casos de personalidad múltiple son ejemplos de histeria clásica.
Con frecuencia, la enfermedad que se adopta es la que se ha observado en forma reciente en algún miembro de la familia o amigo. Muchos de los síntomas se centran alrededor de dificultades sexuales, quejas (con frecuencia no comprobadas) de abuso sexual en la niñez, menstruaciones dolorosas e intensas, frigidez, dolor al tener relaciones sexuales y vómitos durante todo el embarazo.
Por otro lado, los síntomas de tipo histérico sí se presentan en el hombre, casi siempre en los que tratan de evitar dificultades legales o requieren de alguna compensación después de alguna lesión. El diagnóstico de histeria en el hombre se debe de hacer con gran precaución puesto que los síntomas pueden ser muy semejantes pero a menudo el hombre sólo se queja de “crisis” o dolor crónico en alguna parte de su cuerpo como única manifestación de la enfermedad.
Los tratamientos son problemáticos puesto que requieren de la corrección de un defecto básico en la personalidad de larga duración y la eliminación de los síntomas físicos que han sido adquiridos recientemente.
Tal vez se puedan modificar los trastornos de personalidad, pero poco se puede hacer en realidad, aunque los síntomas casi siempre ceden con facilidad.
Pueden ocurrir problemas psicológicos solos o simular una enfermedad orgánica, o estar relacionados con una enfermedad orgánica verdadera.
La enfermedad emocional puede producir síntomas que duplican los de los trastornos somáticos; incluso puede producir lesiones somáticas definidas.
Las enfermedades físicas, desde luego, se parecen también muchas veces a diversas respuestas emocionales y psicológicas.
No es posible ni aconsejable, que un medico envíe a todos estos pacientes al psiquiatra. A menudo, el mecanismo de producción del síntoma se puede aclarar y el paciente se aliviará con medidas sencillas aplicadas por el medico general.
La historia cuidadosa con interpretación adecuada de los síntomas revelará qué pacientes deben incluirse en este gran grupo con síntomas “funcionales” o “nerviosos”.
La disminución a corto plazo de algunos síntomas molestos para el paciente como la ansiedad, el insomnio, el pánico o las manifestaciones psicóticas, reducen el pesimismo y promueven la confianza en el tratamiento. Al abatir las ideas delirantes, las alucinaciones o la depresión, la persona puede manejar sus conflictos de una forma más objetiva y estos resultados terapéuticos dependen de un buen diagnóstico y de la intervención de la prescripción médica y la psicoterapia como rehabilitación de apoyo para concienciar sobre el trastorno y promover la aceptación de la enfermedad y con ello lograr una reinserción social.
En ocasiones es necesario que el paciente reciba psicoterapia con un terapeuta no médico que por lo general es un psicólogo y por otro lado, el fármaco con un médico que por lo general es un psiquiatra; cuando es bien conducido el tratamiento puede proporcionar al paciente lo mejor de cada uno de los tratamientos.