El
papel de la madre
en nuestra salud mental
Antes y después del
nacimiento, el niño es receptor de las emociones de su madre...
Por
Gabriel
Valenzuela Vázquez*
Dice el dicho que Madre
sólo hay una. Sin embargo, en la realidad existen varias: la madre sumisa, la madre sobre protectora, la exigente, la
ausente, etc.
Las diferentes conductas de las madres influyen en la personalidad
del ser humano durante toda su vida, sin dejar de lado las
características biológicas que también juegan un papel muy
importante en el desarrollo.
En el período inicial del desarrollo
prenatal (antes del nacimiento), la supervivencia constituye el
punto más importante. Inmediatamente después de la concepción,
el óvulo fecundado se divide muchas veces, iniciándose así el
proceso que lo convertirá de un organismo unicelular en un ser
humano de gran complejidad.
El óvulo fecundado se anida en el útero.
Alrededor de él se forma una placenta, membrana que le
proporciona alimento y que elimina los productos de desecho a
medida que se desarrolla el organismo.
Con el tiempo, aparecen los principales
sistemas orgánicos y las características físicas. Si todo
marcha bien, al final de esta etapa el organismo es netamente
humano y recibe el
nombre de feto.
El periodo fetal empieza en la octava
semana después de la concepción y termina con el nacimiento.
(Suele ser en los inicios de este periodo cuando
la mujer se da cuenta de estar embarazada.) El papel
central de este periodo es preparar al feto para una vida más
independiente.
Desde la segunda semana después de la
concepción hasta el parto, el niño está unido a su madre y está
unido al mundo externo a través de la placenta. Muchos de los
cambios en la química orgánica de la madre, se deben a la
alimentación, a los medicamentos, a una enfermedad o al estrés o
excitación prolongados, afectando al feto directamente a través
de la placenta.
Esta membrana no es un simple tubo pasivo
que conecta a la madre y al feto; es un órgano activo que está
dotado de la capacidad de seleccionar y suministrar sustancias
necesarias para el feto en desarrollo. Por desgracia puede excluir
por filtración algunas sustancias nocivas, no es capaz de
proteger al feto contra los efectos tóxicos del alcohol, los narcóticos,
medicamentos y otras sustancias.
La buena alimentación es, por lo menos,
tan importante para el feto como para nosotros. Y con todo, muchas
madres, sobre todo en los países subdesarrollados, consumen
dietas que no las nutren ni a ellas ni a sus hijos debidamente. La
desnutrición durante el período prenatal puede dar origen a
serias carencias en el niño y algunas veces daño permanente.
Estos niños pueden tener cerebros y
cuerpos más pequeños, ser débiles, apáticos y propensos a
contraer enfermedades. En la niñez, a menudo muestran un
funcionamiento intelectual imperfecto que es difícil o imposible
mejorar.
Además de la desnutrición, las drogas
representan una fuerte amenaza contra el niño en desarrollo. Si
la madre ingiere grandes cantidades de alcohol, su hijo puede
sufrir retardo mental, presentar un tamaño demasiado pequeño
además de un desarrollo lento.
También puede presentar otras
anormalidades graves. Si la madre consume narcóticos en grandes
cantidades, su hijo puede nacer con esa adicción y mostrar síntomas
de abstención inmediatamente después del nacimiento. Si ella
fuma, el niño puede ser prematuro, mostrar desarrollo
insuficiente o deformaciones.
Ciertas enfermedades pueden asimismo
perjudicar al feto, particularmente en la fase incipiente del
embarazo. La rubeola es muy peligrosa. Puede ocasionar daño
ocular, malformaciones del corazón, sordera y retardo mental.
Otro padecimiento, entre ellos la sífilis y la diabetes, también
pueden producir defectos serios en el feto.
El estrés o la excitación prolongados por
parte de la madre, también afecta la salud física y mental del
ser humano en desarrollo.
Cuando la madre sufre estrés emocional, el
feto se mueve con mayor frecuencia y fuerza. Los expertos han
descubierto que las mujeres que sufren estrés grave (casi siempre
una vida matrimonial infeliz) dan a luz niños enfermizos y de
lento desarrollo, cuya conducta es además anormal.
Está comprobado que antes y después del
nacimiento, el niño no sólo recibe sustancias, sino también es
receptor de las emociones de su madre, lo cual influye de manera
importante en su estructura psico-corporal.
Cuando el niño es rechazado por su madre
desde la etapa prenatal y además no es bienvenido en el momento
del nacimiento, el infante tendrá tendencias autistas, perderá
el contacto con la realidad externa, tenderá a disociar el
pensar, el sentir y el hacer; en su edad adulta desarrollará un comportamiento no genuino o comportamiento no
emocional, con rabietas ocasionales y dificultad de enfrentar la
vida.
Esto también sucede cuando el nacimiento
es traumático tanto para la madre como para el niño y este no
recibe amor. O bien si el niño es dejado mucho tiempo solo, sin
contacto ni interés.
Durante los dos primeros años de vida, además
de alimentos, el niño requiere de amor y contacto físico. Si la
madre resiente las necesidades de su hijo, lo priva de contacto físico,
de atención y de comida; el niño se sentirá intensamente vacío,
tendrá inhabilidad de estar solo. De adulto desarrollará una
gran tendencia a depender, buscará
que otros lo cuiden, que se encarguen de él. Será un individuo
cansado y con depresión. También
puede ser un adulto con miedo a que otros lo cuiden.
Por otro lado, si la madre se comporta con
el niño de manera sobre protectora, demostrándole a su hijo
demasiado poder y trata
al niño como sin importancia, el niño se sentirá sin poder,
abrumado, controlado, pequeño.
Un adulto que durante sus primeros 4 años
recibió esta influencia, usa
el poder excesivamente, niega emociones en él y en otros, trata
de alejar a la gente, cambia el estilo de su trato a los demás
según la situación, es indirecto, no orientado hacia el futuro,
toma su imagen como realidad importante.
Al mismo tiempo, una mujer que fue tratada
así, desarrolla un comportamiento suave, considerado, cooperador,
sobre cortés, se trata de una mujer aparentemente sumisa, que usa
demasiado las disculpas; seductora y manipuladora.
Otra consecuencia que se manifiesta en la edad adulta es cuando el niño no se
siente libre y es empujado por una madre ambiciosa y dominante que
lo molesta condicionándole el afecto a su obediencia para que
logre lo que ella quiere (sobre todo cuando se trata de comer y
defecar), deteniendo sus berrinches usando la culpa.
Entonces, el adulto que recibió este
condicionamiento será conscientemente sumiso, suprimirá la
rabia, tendrá dificultad para expresar sus emociones y afirmarse,
tendrá miedo a los riesgos, no sabrá divertirse porque se sentirá
culpable, se quejará constantemente y fracasará siempre que
trate de ser agresivo.
Por último, si los padres, aunque hayan
sido amorosos con el niño durante sus primeros años, pero después
no lo tratan como persona, no es reconocido ni se respetan sus
derechos; si no le ponen atención, no toman sus emociones en
serio, no lo escuchan, entonces será un adulto en busca de la
perfección, deseará conseguir ser admirado por los logros,
persistente, competitivo, inflexible, determinado, se refugiará
en la acción, puede ser trabajador compulsivo, tratará de
conseguir la aprobación de los padres, tendrá problemas para
relajarse, pondrá demasiado énfasis en la realidad
concreta, se preocupará por detalles.
Se trata de un hombre lógico, serio,
racional, que se enoja con facilidad y tendrá gran dificultad
para demostrar sus emociones de ternura, con frecuente actividad
sexual pero fracasado por no conseguir satisfacción.
La
niña que recibió esta influencia será una mujer que sobre
reacciona, se alterará fácilmente,
su comportamiento será nervioso, dramático, teatral, con
emociones exageradas, no le interesará la comprensión
intelectual, ni los detalles; será sensible, llorará fácilmente,
tenderá a hablar sin enfocar bien. Se trata de una mujer
sugestionable, inconsistente, que tiende a comportamientos
inesperados, no intencionados o cambios emocionales.
También tendrá tendencia a sentirse engañada,
con miedo a exigir sus derechos, a hacer demandas directas, se
siente incapaz de competir con bases de igualdad; puede usar su
sexualidad como defensa a compromisos más profundos, puede ser
promiscua, su sexualidad en una dirección y su corazón en otra.
Esta conducta es poco frecuente en los varones.
Como pudimos observar, la madre influye
durante toda la vida. Aunque el padre cada vez toma con mayor
seriedad su papel en la educación de sus hijos, es en la madre en
donde radica la mayor parte de la información emocional que el
individuo toma para hacerle frente a la vida.
No perdamos de vista lo que tratamos en el
artículo anterior en el que hablábamos sobre la misión que
tienen los padres al formar emocionalmente a sus hijos. Se trata
de ponerles límites, frustrarlos amorosamente y que lo único útil
para el desarrollo del niño es que sus padres se sacudan el egoísmo
y la culpa; respetarlo, permanecer en su centro emocional,
apoyarlo y ponerle límites para que sea libre y responsable de
sus decisiones.
“La crisis es lo único
que pone en movimiento a la vida”.
*Gabriel
Valenzuela Vázquez
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Fecha de actualización: 15/agosto/2011
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